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Más sobre la escucha activa: metáforas y reflexiones

27 octubre, 2010

La semana pasada me sentí muy motivada a partir de varias lecturas que fuí hilvanando de forma ecléctica en torno al tema de la escucha activa, inicialmente planteada en un post de Alejandro Sarbach y los comentarios que el mismo suscitó. Ayer encontré otra  entrada en Carbonilla sobre el tema, con lo cual retomo impulso para tratar de redondear algunas ideas que estuve pensado.

Cuando tú eres el invitado

Me gustó la metáfora del «invitado» que el comentario de  jjcastilloch asociaba a la escucha activa:

Cuando yo invito a otros a mi discurso mental, pregunto. (…) Cuando tú eres el invitado, escuchas. Y desde la escucha puedes acompañar.

El profesor se acerca al discurso del alumno como si fuera un invitado, dejando el protagonismo y la palabra al otro, en una actitud interesada y receptiva, propia del que se siente convidado a entrar en casa ajena.


Sentirse bienvenido

Con un sentido afín, pero al revés, también me gustó la propuesta de pensar en el otro como invitado que tiene que sentirse bienvenido.

Luis María Pescetti – juglar de niños y grandes-  habla en este breve video (de modestísima factura y profundo contenido) del juego y del sentimiento de  «sentirse bienvenido». Y lo que dice desde su experiencia de artista creo que tiene mucho que ver también con el papel del educador.

Se refiere al juego como oportunidad de sentir que nos fundimos en una experiencia común; donde podemos sentirnos libres para relacionarnos con simplicidad y sentirnos acogidos. Algo no muy diferente de lo que podemos decir del juego del diálogo…

Los juegos sirven para acercanos a otros que son diferentes, pero sin miedo.

El trabajo con el juego es un largo trabajo para que un grupo se vaya entregando, que nos haga sentir seguros en grupo, bienvenidos, bien recibidos, que nos sintamos amados y bien recibidos, de eso se trata el juego.

Cuando uno se siente bienvenido puede descubrir y sacar lo mejor de si mismo.

Y la clave que encuentra como artista es el compromiso en primera persona:

Tenemos que encontrar recursos que sean verdad para nosotros, lo cual nos expone mucho como artistas o docentes.

(Es curioso, acostumbrado Luis a los escenarios del mundo, se muestra aquí casi tímido y vulnerable.  Y me gusta el mensaje de ese contraste, pues ilustra su tesis de que lo que atrapa y encanta no es el show externo sino el encuentro con la verdad del otro. – Algo así como la «narratividad» de la cual hablaba Alejandro en otro post.-)

Una cultura de pares y la metáfora del extranjero

En «Leer en una cultura de pares» Luis habla sobre la cultura como posibilidad de  inclusión o exclusión del otro.

Cuando trabajo con humor, y cuando escribo, trato de luchar contra el desencanto, y por la identidad. (…) Cuando digo “por la identidad” me refiero a que hay una manera de hacer trabajo cultural que incluye a quien hace de público, de audiencia, y hay una manera de hacer cultura que lo excluye, que sólo busca admiración, seguidores, que es cerrada, y que es otra forma de ejercicio de poder.

(…) Ahí es donde creo que les han robado identidad, cuando aceptan que la cultura “es un bien ajeno, de otras personas, que ocurre en otro lado”.

Y usa la metáfora del extranjero o inmigrante para ilustrar el tránsito entre culturas que el niño o joven es llevado a realizar a través de la educación.

Si fuéramos recién inmigrados y nos reciben presentándonos los exitosos modelos de su elite, lo más seguro es que sentiríamos rechazo o recelo.

Pero si alguien, en este delicado juego de equilibrio, se acerca con verdad y “verdad” en este caso quiere decir “que cree en lo que hace”, si alguien se acerca creyendo honestamente en esas clases que da, si no nos toman por ignorantes, ni por extraños que hay que desinfectar, sino por lo que somos: personas diferentes, recién llegadas, con necesidad de aprender lo que serán nuestras nuevas reglas, y con nostalgia por la tierra que hemos dejado, seguramente nos tocará.

Me gustan esos conceptos porque refuerzan el respeto y el interés por el otro y su diversidad, cosas que están en la base del diálogo y la escucha.

Por haber sido inmigrante  en varias ocasiones, se claramente lo que significa ser «la nueva» y la aguda sensibilidad hacia las actitudes del otro que esa condición conlleva.  Por eso me parece particularmente sugerente la metáfora del extranjero que pone de relieve la importancia de la calidad de relación entre los dos protagonistas: el inmigrante y el «local».

La cultura del inmigrante: canciones sin moraleja

«Mi lista de contactos» y «Tengo mal comportamiento, no lo puedo evitar» son dos canciones de Luis que me hicieron pensar – y sonreír-. A mi juicio ilustran la tesis de la » cultura del inmigrante» y también el respeto y el  amor del «local» que lo llevan a «escuchar» hasta ser capaz de sentir como propia la cultura del «extranjero». Son canciones sin moraleja, sin lo que podríamos llamar final «pedagógicamente correcto». Me da la impresión que esas canciones son una forma de escucha, acogen la experiencia del otro, y su forma de agregar valor consiste justamente en eso: darle cabida, legitimidad, atención. Llevan a compartir, sin más.

Y recordé cómo me había gustado el párrafo del último libro de Bauman que pude espiar en Amazon donde hablaba del caso de una chica que mandó 3000 msn en un mes. Bauman lúcidamente señalaba que paradógicamente, a pesar de haber estado mandando un mensaje cada 10 minutos,  esa chica nunca estuvo en verdad acompañada… por ella misma!.

La lectura de Pescetti me hizo pensar que mi afinidad a un análisis crítico de ese tipo – sin involucrar ni juzgar en esto a Bauman, de quien tomé solo un párrafo descontextualizado – puede representar una mirada parcial,  como la que puede tener un extranjero interpretando las costumbres de otro país, desde la propia cultura y valores.

Sin intención de quedar en una postura relativista, retomo lo que en otra parte dice Pescetti sobre la importancia de pensar las estrategias desde las cuales abordamos los valores.  Me quedo pensando que abrirnos, sin pre conceptos, a la escucha de la experiencia del otro, hasta sentirla como propia, es una forma de reconocer la legitimidad de esa otra cultura y de jerarquizarla, también ante nuestros ojos.  Luego, el diálogo que pueda venir después y la mirada diferente que podamos ofrecer, seguramente serán distintos y tendrán más chances de ser bienvenidos y considerados.

Amigo del enemigo: el poder transformador de la escucha

Finalmente, en este recorrido más guiado por la serendipia que por la ortodoxia, quiero citar la impresionante historia de Jo Berry, hija de una víctima del IRA, y Pat Magee, militante del IRA, donde la escucha activa, enraizada en una profunda necesidad de ir más allá del odio y del dolor abrió una posibilidad impensada de vida y construcción de futuro.

A continuación, algunos fragmentos de una entrevista reciente (Gracias Yolanda Jb deEducaRueca por su difusión).

Jo:  Cuando hace veinticinco años murió mi padre, a quien yo adoraba, decidí emprender un viaje: renunciar a condenar a los demás, transformar mi dolor, poner fin al ciclo de violencia y venganza. Una parte de mi anhelaba la paz.

(…) Yo quería encontrarme con Pat para escuchar qué le llevó a asesinar a mi padre. Pat salió de la cárcel gracias a los acuerdos de paz de Viernes Santo. (…) Un día, estando yo en Irlanda del Norte en el año 2000, me llamaron y me dijeron: “¿quieres conocer a Pat esta noche?” Yo me dije: “no estoy preparada, no tengo ganas en este momento”, pero al final acudí. La reunión fue de una intensidad extraordinaria, duró tres horas. (…) Yo no quería culparle, sino escuchar su historia, comprenderla.

Pat: Cuando me reuní con ella, yo llevaba puesto un sombrero político. Le expliqué porqué había hecho lo que había hecho. Pero estar junto a alguien que escuchaba me cambió profundamente. Entonces reconocí lo asombroso de aquel momento. Lo que me dejó sin habla fue que Jo no expresaba ira. Todo hubiera sido más fácil para mí si Jo se hubiese encolerizado o enfrentado conmigo. Pero su disponibilidad a escuchar y conocer mi historia me desarmó. Y esa apertura ha motivado 10 años de exploración conjunta. (…)

Jo:  Nuestra reconcilliación no es sólo emocional, tiene algo de político. Lo que hay es una profunda transformación. Lo importante es que seguimos aprendiendo. Pat y yo nos retamos cada vez que hablamos, tenemos opiniones muy diferentes, pero seguimos comunicándonos. Es un desafío y a la vez un regalo. No es una comunicación como la de los políticos: no se trata de juzgar qué posición es correcta y cuál no. A mí me hace feliz por dentro hacer algo positivo con lo que ocurrió. He transformado el dolor en pasión por la paz y así he ampliado mi humanidad. Le agradezco a Pat haberme ayudado a hacer eso. No hay muchos hombres del IRA capaces de escuchar a víctimas como Pat. Pat encontró la fuerza para hacerse vulnerable. Y yo mantuve siempre la confianza en que él iba a hablar de las emociones personales, también en público. Esa confianza nos hizo continuar en esto. Ahora nos llamamos amigos.

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  1. 14 febrero, 2012 10:44

    mas omeno me sirvio

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